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viernes, 13 de agosto de 2010

Como chupar una verga con arte y alegria

Chupar una verga a un hombre es uno de los más puros placeres en la vida. Es triste pensar que muchas mujeres no aprecian lo divertido que puede ser. La razón es que no saben cómo hacerlo correctamente y así no acaba por gustarles, porque si no lo haces correctamente, no conseguirás tu premio. La pija no se endurecerá, el hombre no pasará un buen rato y la mujer sentirá el fallo como propio. Pero no hay que tener miedo, es muy fácil aprender a ser una fabulosa chupavergas, y yo voy a deciros como.
No tiene importancia el lugar que escojas, puede ser en casa, en la cama o aparcada en el Bulevar, pero busca todo el nivel de intimidad que necesites para sentirte relajada y cachonda. Para el propósito de este artículo, digamos que estás en un sofá, con un hombre que te gusta y sabes que a él le apetecería una buena mamada en este momento (y siempre les apetece!!!).
Deslízate en el suelo entre sus piernas y abre su bragueta. Busca y palpa su polla. Si está caliente para ti, ya estará dura. Si es nervioso, puede estar aún doblada en sus calzoncillos. Mantenla agarrada con la mano, sube a su cara y bésale. Observa si puedes sentir una respuesta abajo. Cualquier movimiento es un buen signo.
Ahora sácale la verga y mira cómo está. Si está tiesa, lo estás haciendo bien, en otro caso, aquí está el que hacer: Sácale las pelotas. Si los pantalones están muy tirantes, bájalos. Ahora sujeta sus pelotas en la mano izquierda y la pija en la derecha. Apriétala poco a poco hacia abajo en dirección a la base del mango y disponte a chupar.
Recorre tu lengua sobre tus labios para tenerlos listos y húmedos, y mira la cara de tu hombre. El quiere mirar cómo le chupas. A los hombres les gusta mirar. Ahora abre tu boca ligeramente para atormentar y excitar a tu hombre y acércate junto a su pedazo. Respira en él, sóplale con tu aliento caliente. Saca tu lengua de nuevo y tócale, atorméntalo.
Asegurándote que tu lengua está goteante de humedad, comienza en la base de su mango y lame hacia arriba, lentamente. Gira tu cabeza de lado y simula morderle, suavemente colocando tus dientes en su carne. Humedécelo de nuevo con tu lengua y usa tu mano para esparcir el líquido alrededor si es necesario. Una verga húmeda se ve y suena más cachonda que una seca.
Tu izquierda entretanto estará tocando sus pelotas, quizás arañándolas ligeramente con tus uñas. Puedes también querer buscar debajo y detrás de las pelotas para encontrar ese área tan sensitiva justo antes del ano, o incluso pasar tus dedos sobre su agujero muy levemente. Ya que el músculo que causa la erección comienza ahí atrás, esto producirá una reacción en su pija.






Después que hayas lamido su mango un montón de veces y está todo húmedo y duro, tu hombre comenzará a retorcerse con frustración si no comienzas a tomarlo en serio. Una rápida mirada a su cara te hará saber cuando estás llevando las cosas demasiado lejos. Atormentar es bueno... hasta un punto.

Un poco de experiencia chupando pollas te enseñará cuándo se ha alcanzado este punto. En uno de tus balanceos hacia arriba con su lengua, desde la base de su mástil al borde de su capullo, no te detengas.
Continúa tu larga, húmeda lamida sobre la punta de su pija, insistiendo en el agujero del centro. Mantén tu lengua en él, si puedes, pero no chupes su cabeza aún.

Ahora recorre con tu lengua el borde de su capullo, por todo el contorno, haciendo frecuentes pases por la piel tierna encarada hacia ti. Aquí es donde la mayoría de los hombres son más sensibles. ¡Pero no todos los hombres! Hay una cosa que una buena chupapijas tiene que aprender a hacer, tan pronto como estés cómoda, que es: Hacer preguntas. Cada hombre es único, y también su verga.
Estruja el mango y mira si brota un líquido claro. Si lo hace, baña tu lengua en él y espárcelo. Se extenderá contigo y parecerá fantásticamente erótico a tu compañero. Ahora, muestra como te gusta la sustancia.

Acércate a la cabeza de la pija como si fuese un helado de crema de chocolate y mete todo el capullo en tu boca caliente. Manténlo allí.
Escúchale gemir. Ahora baja rápidamente y mete tanta polla como pueda caber dentro de tu boca. No temas, no te ahogarás. Si doblas tu cuello de la manera correcta, puedes meterla limpiamente en tu garganta.
Permanece así, con la polla dentro de tu boca, durante un momento. Siéntela dentro tuyo. Esto puede ser al menos tan exquisito como tenerla en tu conejito. Crece en tí.

En este momento puedes hacer varias cosas. Esta es una de ellas:
Deslízala hacia atrás hasta el extremo de la verga y chasquea tu lengua contra ella. Tu hombre tendrá un hormigueo ahora, queriendo profundizar más en tu garganta. Pero no le dejes imponerse. Si lo hiciera, se iría en dos minutos y ¿esto es divertido?

Moviéndote tan rápido como el pueda aguantar (no le dejes correrse aún), deslízate arriba y abajo por su pija como si estuvieras cogiéndolo. Si está muy cerca de correrse, para, o al menos frena. Si no puedes introducirla hasta el final, puedes engañarlo un poco usando tu mano derecha para completar la sensación de tragártela a fondo. Parecerá como si la hubieses metido por completo en tu boca y hasta lo sentirá igual. Puede también deslizar tus dedos, moviéndolos en forma de O alrededor de su mango, arriba y abajo con el ritmo de su chupada.
Esta es otra cosa. Además de sólo meter la polla en la boca, puedes mamarla que es bastante diferente. Hay mamadas profundas y pequeñas y ambas sientan condenadamente bien. Tu hombre puede tener una preferencia, no obstante, así que observa sus reacciones.

Tomando tan sólo el capullo en tu boca, mámalo como si fuera un pezón o un pajita. Esto le sienta tan bien al hombre, que me pone el conejo caliente tan sólo pensar en ello.
La otra mamada es larga, profunda, en la que tomas la verga completa y la mamas todo el tiempo hacia arriba como si fueras un aspirador y después abajo y lo haces de nuevo, mamando hacia abajo también.

Aquí hay una cosa importante que saber: Cualquiera de estos movimientos sentirán bien las primeras pocas veces o más, pero tras un rato, es como si la pija se vuelve inmune al sentimiento. Cuando notes esto, es el momento de cambiar al siguiente juego. No querrás que la verga se vaya a dormir. La quieres constantemente estimulada, casi, pero sin llegar, al punto del orgasmo.
Que es justamente donde estamos ahora. Tienes una furiosa erección en tu mano derecha y unas pelotas algo tensas en tu izquierda. Échate atrás y obsérvalo, ¿no es bello?
Lleva tu mano derecha a la base de la polla y aprieta allí. Esto provoca que el mango se llene y espese, y ahora el capullo estar brillante y suave. Continúa manteniendo la pija en tu boca, chupa y prueba todos tus movimientos variados hasta que sepas que el hombre no puede soportar más y va a dispararse.
Lo que hagas ahora es entre tú y tu amante. Personalmente, yo prefiero observar el disparo. Me proporciona imágenes para mis sueños húmedos y además, es emocionante ver la leche a borbotones. Es asombroso cuanta cosa sale y lo lejos que llega el disparo. Si quieres mirar, lo sentirás venir con su mano derecha y sabrás cuando apartarte. Puedes incluso intentar coger algo con tu lengua si eres rápida. Puedes querer tragarlo, algunas muchachas lo hacen, y a montones de chicos les gusta que se lo traguen. Ten cuidado de retroceder un poco cuando estalle o si no te atragantarás y esto no es muy romántico. Cógelo en tu boca, mantenlo allí y después lo tragas.
Otra solución, y esta también es bonita, salvo que estés haciendo el amor donde no puedas ensuciar, es dejar los tibios, maravillosos jugos derramarse en tu boca y entonces deslizarlos alrededor de la ya húmeda polla. ¡La hace tan escurridiza y deliciosa de tocar! Querrás recorrerla con tus manos, sintiendo la polla dura hacia arriba, esparciendo la reluciente leche sobre el capullo. Esto también crea una estupenda imagen sensual, para tí y para tu hombre.



Acabas de hacerle a tu hombre una mamada que no olvidará en la vida

Créeme, si sigues mis instrucciones, este tipo querrá saber más sobre ti. He oído a los hombres que una mujer entre cincuenta sabe como hacer una buena chupada. El resto actúa como si fuera un gran favor. Lo que es otro punto que debo remarcar. Si no te gusta chupar y has intentado aprender a que te guste y todavía no funciona, no te rindas. Quizás te guste con el tiempo. Los hombres dicen que las mujeres mayores son mejores chupadoras.
Pero debo advertirte, hay un montón por ahí a las que nos gusta chupar y vamos a ser una dura competencia para las que sois tímidas. Conozco mujeres que incluso tienen orgasmos chupando vergas.
Una nota final, esta vez para los hombres: No empujes.
No hay nada más mortal que tener un hombre empujando tu cabeza
ahí abajo. Espera. Si ella estuviera dispuesta, se pondrá en ello, quizá no hasta la segunda vez que hagáis el amor. Y si le das tiempo, aprenderá a gustarle. Si a ella no le gusta, quizás si le guste a tu siguiente amante...

Espero que os sirva, con amor. Una chica anónima.

lunes, 2 de agosto de 2010

DESCUBRIENDO NUEVOS JUEGOS DE PLACER

DESCUBRIENDO NUEVOS JUEGOS DE PLACER


1


Habíamos decidido con mi mujer pasar esa noche afuera, comer alguna cosa por ahí, luego saldríamos a bailar o dar una vuelta por la ciudad, en realidad no lo sabíamos a ciencia cierta. Lo único real eran las ganas de que esa noche fuera distinta a las otras programadas, con principio y final controlado, nada de eso, sólo salir los dos y luego que la noche nos marcara el camino.

Nos aprontamos sin prisa, los hijos quedaban al cuidado de una vieja amiga y al salir la noche resonaba en nuestros oídos su saludo "aprovechen bien la noche, de los hijos me ocupo yo, despreocúpense" y esa última palabra nos marcó la noche.

Marga estrenaba un vestido hecho por ella, como le gustaba hacer, era holgado en la cintura hacia abajo, de color rosado, con un amplio escote en la espalda que le llegaba casi a la cintura, por lo mismo, iba sin soutien, y sus pechos asomaban generosos en el escote frontal.

Cuando nos acomodábamos en el coche, observé que lo que yo pensaba era una falda, en realidad eran pantalones y no se despegaba de sus tobillos ya que allí formaba una especie de presilla (como hombre, mal puedo transmitir la moda) me extrañó tal cosa, pero al manejar me olvide del vestido y las sorpresas vendrían después.

La velada en el restaurante se hizo sin apuros, cenamos acompañados de un buen vino y luego del café nos dirigíamos a un boliche donde se pudiera tomar algo, bailar, no sé, acomodarse a una mesa en penumbras, sólo para nosotros dos. En uno de sus movimientos en el boliche, vislumbré parte de su piel entre los pliegues de la falda pantalón, la curiosidad pudo más y le pregunté:

-Negra, ¿qué vestido es ese? Yo veo mal o ¿se te ve la pierna?

-¿Sólo la pierna? No… mirá.

Y para mostrarme lo que me inquietaba entre abrió lo que era un tajo en la pernera que en realidad comenzaba en su cintura e iba hasta el tobillo.

-¿Ves? Como a vos te gusta, bien sexi y discreto a la vez.- Y me sonreía con picardía a la vez que asomaba sus nalgas por el corte del vestido.

-¿Sólo en una pierna?

-En una sola, ¡no! En las dos- y corriéndose en el asiento me mostró la otra pierna.
-Y te aclaro que abajo sólo tengo una tanguita bien chiquitita.

Después, bailando entre otras parejas me divertía porque al girar en la música sus piernas y algo más se veían entre los pliegues de las faldas.

Cuando nos sentamos nuevamente, mi mujer se acerca y muy cautelosa me dice:

_Negro, hay uno de aquella mesa que no me saco los ojos de encima desde que llegamos, ah, te aviso que está para comérselo!

-¿Y vos como sabés que no te saca los ojos de encima?

-Porque también lo estoy mirando, bobito, me gustó- Y se reía divertida.

No soy celoso, sobre todo después de las experiencias con Denis y con Leonor, ambos lo habíamos comprobado. Pero esto no entraba en mis previsiones. Aunque una de mis fantasías más recurrentes era ver a mi mujer con otro hombre, no esperaba hacerlo realidad tan rápido. Pero aquella era la noche de las sorpresas, ella pareció leerme el pensamiento y se me adelantó al decirme:

-¿No me decís que te gustaría verme en la cama con otro? Ahí tenés la oportunidad. Al menos siempre te lo escucho y capaz que hoy me animo... ¿o te vas a achicar? Es una oportunidad... Y se reía al decírmelo.

Hice que buscaba al mozo en el salón y aproveche para dar una mirada por el boliche y en una mesa vi a dos o tres hombres solos, divise por las señas al que marga me indicaba y como no estaba en ese momento mirándonos, lo observe para "relojearlo". No me llaman la atención los hombres, pero el tipo no era de despreciar.

-Ahora te quiero ver enganchándolo - la reté.

-Eso dejálo conmigo. Algo va a suceder.

Y en realidad sucedió. El mozo se acercaba a nuestra mesa a mi llamado, luego trajo otro pedido y se retiró. Yo no note nada raro, pero mi mujer sonreía y me miraba retadora.

-No te dije ,bobito, mamita sabe.

Y al ver mi cara ce no entender nada, comenzó a canturrear "tengo una cartita, tengo una cartita" y me mostraba una tarjeta bajo su bebida.

-Hacete el bobo, mirá para otro lado que la quiero leer.

Le hice caso y me dedique a mirar un hermoso par de piernas que se exhibían en el bar.
-No pierde tiempo el guacho, me pasó el número de celular y el nombre. Se llama Andrés y dice que le gusté y que lo llame. Ja ja!

-¿Andrés? El que viene una ves por mes - bromee.

-Anda, tonto, ¿querés que lo llame a tomar algo con nosotros?

-¿Y te dará el cuero? Te animas?

-Mirá, hoy es mi noche, me gusta el guacho, vos me querés ver coger con otro y todo eso me está mojando la tanguita, mirá mis tetitas... como están...
Y tomando uno de sus senos en la mano, me mostraba los pesoncitos duros bajo la tela del vestido.

-Negro, te me vas a achicar? Mirá que otra oportunidad no te doy, Tampoco quiero que me lo consigas vos, si me tengo que ir a la cama con otro. Lo elijo yo.

-Me ganaste, esperá que llamo al mozo - Y cuando el mozo se acercó le entregué una nota para que se la llevara al tipo invitándolo a nuestra mesa.

A poco de eso, Andrés se sentaba en nuestra mesa, su cara mostraba dudas del porqué yo lo había invitado a acompañarnos.

-Che, les pido mil perdones, lo de la nota fue un error del mozo, por favor mil disculpas.

-Tranquilo, sentate, está todo bien, lo tranquilicé.

-Claro sentate - le decía Marga con una sonrisa provocadora.

Yo llame al mozo y lo invite con una bebida. Y mientras el mozo nos servía, mi mujer le decía:

-Yo te llamé, ya estamos cansados de estar solos y me gustó tu compañía - le decía la muy descarada.

Costó muy poco quebrar el hielo, claro el tipo se había tirado un lance con una mujer acompañada y no esperaba una respuesta tan abierta, aunque al rato charlábamos los tres "como viejos amigos que hace rato no se ven" para que aburrirlos, seguimos así hasta que a mi se me ocurre decirlo:

-¿Tanto te gustó mi mujer que te animaste a mandarle una nota?

El tipo se quedó helado, hasta que una mano de Marga se poso sobre su pierna, unida a una sonrisa de aquellas, entradora, y lo trajo a tierra.

-Para, Milton, te dije que fue un error del mozo.

-No, ta todo bien, pero se sincero con nosotros, ¿te gustó?

-Y si, no te lo puedo negar, tenés una mujer hermosa.

-Y no te gustaría conocerla más a fondo... ¿en la intimidad?

-Pará, Negro, que va a pensar Andrés de mi, recién nos conocemos- (que artista era)

-Nada, le dije, lo que somos, una pareja abierta y que nos gustaría compartir la cama con él.

Andrés nos miraba, tanto a mí como a mi mujer, esta no soltaba su pierna, es más, lo estaba acariciando y le sonreía.

-¿Los tres? ¿Eso es lo que decís? Dijo Andrés.

Y nuestras sonrisas lo desarmaron.

-Claro, que nos divirtamos los tres, esta noche ¿te animas? Le dije y Marga le sonreía picarona.

La pregunta quedó flotando en el ambiente, al rato Marga bailaba apretadita con Andrés. Los amigos de este se habían retirado y la penumbra del boliche facilitaba los primeros pasos. Yo asistía a la pareja bailar desde nuestra mesa, saboreando de antemano la noche que se presentaba como una incógnita. Como nosotros dos lo queríamos.

El vehículo rodaba en dirección a un establecimiento que no preguntaba cuantos eran. Yo manejaba y en el asiento de atrás Marga con Andrés (Negro, ¿te parece bien dejarlo solito ahí atrás? Pobrecito, dejame que le hago compañía!)
Ella cruzó sus piernas, el tajo de su vestido, no sé si a propósito, se abría mostrando sus secretos, parte de la nalga derecha y la pierna se asomaban picaronamente, la mano de mi mujer se posaba lánguida sobra la pierna de Andrés, muy cercano a su entrepierna. Los juegos se acercaba peligrosamente a aquel límite que queríamos ultrapasar.

Andrés acariciaba delicadamente un seno a mi mujer y esta ahora adivinaba su miembro que se abultaba bajo la tela del pantalón. Una boca comenzó a recorrer el cuello de aquella mujer que se ofrecía deseosa. Sus ojos me miraba desafiantes por el espejo retrovisor.

-Mi amor, cuidado al manejar... - me decía socarrona y una mano de Andrés se abría camino por entre el tajo del vestido de Marga, buscando su intimidad bajo la tanguita.

Yo seguía atento al camino, pero no perdía los juegos que sucedían a mis espaldas. Marga no perdía tiempo y ya había sacado fuera el miembro de nuestro nuevo amigo, se lo acariciaba, lo sacudía, lo pajeaba lentamente mientras le ofrecía sus pechos a la boca de Andrés mientras que me sonreía por el espejo.

Hasta que le oí decir: "dejamos un poco para después, te vas a acabar y no quiero ahora, quiero esa lechita toda en mi” le beso en la boca en un beso demorado y luego comenzó a ordenar sus ropas, sus senos desaparecieron en el interior de su escote, le guardó la verga a Andrés, sus piernas volvieron a su lugar, a la vez que llegábamos al hotel.

Abrevio todo lo que siguió en la recepción, les cuento que cuando entramos al cuarto, Marga paso primero al baño, "pórtense bien que ya vuelvo" nos dijo y desapareció. Nosotros habíamos traído una botella desde el boliche y con vaso y hielo del hotel mientras fumábamos dejábamos el tiempo pasar. El cuarto estaba sólo iluminado por una veladora que en la realidad irradiaba más sombra que luces.

Estábamos con Andrés tirados sobre la cama, cuando en la puerta del baño se recostó la silueta de mi mujer, vestida sólo con los zapatos de taco alto y una micro-tanga blanca que apenas le ocultaba el pubis depilado. Lentamente levantó uno de sus brazos por el marco de la puerta, sus senos se dibujaban en un juego de luces y sombras enhiestos y con los pezones duritos, aguardó un instante para que la observáramos bien y luego comenzó a caminar contorneándose hacía la cama, donde la esperábamos y conteniendo la respiración vimos como se deslizaba entre nuestros cuerpos masculinos.

No sé como hicimos, pero cuando toco la cama ya estábamos desnudos, verla entregada a nuestro goce, desnuda, y comenzar a besarla y acariciarla no se hizo esperar, mientras yo le me ocupaba de un seno, Andrés no se amilano, dirigió una de sus manos a la pierna y comenzó a acariciarla, Marga se ofrecía dichosa a nuestras caricias y besos, Andrés le besaba los pechos, compitiendo conmigo en sus senos, luego se dirigió a la barriga y su boca buscaba la gruta de aquella diosa del amor.

Marga se entregaba lujuriosa, cuatro manos y dos bocas la recorrían de la cabeza a los pies, no había parte de su cuerpo que no estuviera excitada, llamada al goce, exacerbada fervorosamente.

Su boca, ávida, se abría tragando aire que se esforzaba por llevar a sus pulmones. Tomé su cabeza con mis manos y coloqué mi verga, que se exhibía dura y palpitante en su boca que se ofrecía obsequiosa por chuparla, no hizo reclamos, la sorbió entera y comenzó a mamarla casi con desesperación. Andrés la continuaba lamiendo, su lengua entraba y salía de aquella vagina hambrienta. Marga se aferraba a mis nalgas y se esforzaba por tragar mi pija, una y otra vez hasta que se la sacó de la boca y pidió, casi con desespero:

-¡¡Que alguien me la meta!! ¡¡No aguanto más!! ¡¡Quiero que me garchen ya!!

Andrés no se hizo rogar y abriéndole las piernas tomo su verga con una mano y comenzó a pasársela por la concha, excitándola más aún, al decirle:

-¿Querés que te coja? ¿Esto querés? Y seguía refregándole la pija entre los labios de la concha.

-Si, Sí, cojeme! ¿qué esperas? Quiero garcha! ¡garchame, garchame! Y uniendo la palabra a la acción con un golpe de caderas ella misma se la metió.

-Aaaaaa! Que verga, si metela, metela ya!!

Verla en ese estado era para mi soberbio. Mi mujer cogía con Andrés y yo asistía embelesado viéndola con otro hombre. Se olvidaron de mi presencia, revolcándose literalmente en la cama. Los gemidos y gritos de mi esposa llenaban la habitación y yo nunca la había visto reaccionar así al coger conmigo, ella se había montado a caballo de Andrés y lo cabalgaba como una amazona. Veía desde mi posición privilegiada su concha abriéndose al miembro que le entraba y salía como un pistón.
Siguieron así durante largo rato, cambiando varias veces de posición, tanto de frente como de espaldas Marga disfrutaba de la cogida que le estaban dando y me hacía gozar a su vez con el espectáculo. Sus ojos me buscaron y me transmitieron el placer que estaba teniendo, su cuerpo se arqueo sobre el macho, tomo sus pechos con sus manos y se los ofrecía a Andrés exigiéndole entre gritos de gozo irreprimido:

-¡Llename de leche! ¡gozame toda! La siento bien adentro, ¡¡como gozo!!

No se aguantaron más y entre gritos entrecortados ambos llegaron a un orgasmo casi salvaje, siguieron abrazados luego de acabar. Marga aún seguía subiendo y bajando lentamente sacándole las últimas gotas de leche a su concha. Se veía leche resumiendo por los lados de su cajeta, poco a poco detuvo sus movimientos y se abandonó sobre el cuerpo del macho.

Se dejó caer en un casi rodar a un costado de Andrés, todavía aletargada por el polvo echado, Él se levantó y se dirigió al baño, abandonándonos momentáneamente.

Yo me acerqué lentamente a mi mujer y mientras la acariciaba y la besaba en la boca, pregunté:

-¿Gozaste, amor?

-Papí, no te imaginas como… que delicia, Negro, como me garchó, quiero más, mirá como tengo la conchita, llena de leche, como me acabó, es un hijo de puta. Y con una mano se la acariciaba a la ve que cerraba las piernas para que no se le escapara la leche que le habían obsequiado, a la vez que me mira placerosa.

-Ahora quiero la tuya, Negro, vení con mami, hoy quiero coger toda la noche, hoy que tengo dos machos para mi sola lo quiero aprovechar.

Y me rodeo con sus brazos, su cuerpo se pegaba al mío, su boca me empezó a recorrer ávida, sus manos me buscaban, acariciaba mis nalgas, mi espalda, enterré mi cabeza entre aquellos pechos que se ofrecían golosos. Comencé a besarle aquel cuerpo que era mío pero que pocos momentos antes se había ofrecido a otro y el olor del otro macho que impregnaba la piel de mi mujer me excitaba aún más.

-Jedés a macho! Le dije entre caricias.

-¿Si? ¿te gusta? ¡Y yo quiero más!

Andrés, luego de volver del baño nos observaba callado a un costado de la cama. Yo le chupaba la concha a mi mujer, que se abría ofrecida, le abría los labios de la cajeta, calientes de la cogida e introducía mi lengua en su concha húmeda de los jugos y de los restos de leche de Andrés que aun chorreaban a los lados. El saber lo que mis labios absorbían me hacía saborearlo como a un afrodisiaco, el perfume a otro macho que irradiaba aquella gruta del placer me excitaba y me despertaba la lujuria a la que me entregué embelesado.

Ella percibió la presencia del otro macho cerca nuestro y no se resigno a verlo pasivo. Lo llamo con su mano abierta, al acercarse él, le tomo el miembro que se mostraba flácido y comenzó a acariciarlo con suavidad.

-No te quedes ahí, dejame acariciarte, te quiero gozar de nuevo.

Se llevó el miembro adormecido a la boca lo arropó con sus labios carnosos, en su lengua, hasta que desapareció el glande en su boca, ella jugaba con el pene, lo sacó, lo sacudía, lo pajeaba y se lo metía de nuevo en la boca, tragándolo despacio.

-La quiero durita de nuevo, pobrecita -hum, hum- me la quiero disfrutar toda la noche -hum, hum viste que linda - me decía - mirá como me la chupo, tengo dos pijas para mi - y seguía jugando con la verga de Andrés que le acariciaba los cabellos y disfrutaba de la muy puta de mi esposa, la pajeaba delicadamente, mientras yo me entretenía viendo a marga como lo excitaba nuevamente a Andrés.

-Chupame la conchita, Papi, limpiámela bien que la quiero prontita para tragarme estas vergas hermosas.

Y mientras lo decía se la pasaba por las tetas, la anidaba entre los senos y se la llevaba a la boca nuevamente para excitar a nuestro amigo que poco a poco iba recuperando su erección.

Yo la comencé a chupar de nuevo, jugaba con su clítoris en mi boca, Marga ahora chupaba y era chupada, porque Andrés me acompañaba en las lengüeteadas en la concha de mi mujer, levanté sus piernas, abriéndoselas un poco, y me dedique a trabajarle el orificio anal, su culito se abría y se cerraba, no me contuve y mientras ella se deleitaba chupándose mutuamente con el otro macho, con un dedo comencé a cutucarle el orto, no solo eso sino que comencé a jugar con mi lengua en su ano, ensalivándoselo lentamente. Marga súper excitada sólo permitía hacer, abrió más sus piernas, no sé si por las chupadas de concha o por el trabajo mío en su ojete, levante la cabeza y la veía desesperada chupándose la verga hasta los huevos, Andrés en un 69 furioso le humedecía más la cajeta con su saliva y jugaba con sus dedos. Con mis manos me afirme en sus piernas y se las llevé a los pechos, abriéndola así bien de piernas, ella no se quejó ni opuso resistencia, más aún se esforzó por abrirse más, emputecida como estaba y ofreció su concha y su culo a nuestros deseos.

Me arrodille en la cama, ensalive mi verga, la tome en mi mano y la introduje un poco en su concha para lubricarla más aún, la saque y despacio le puntee el orto, Marga sólo se abrió más aún de piernas, seguía absorta en su mamada, le introduje un poco la cabeza y con uno de los dedos le abrí un poco más el orificio anal, forcé otro poco con la pija, ella se sacó la verga de la boca, me miró y me dijo:

-Despacito con tu nena, papi, despacito, hoy no se qué puede pasar. Y se metió la verga de nuevo en la boca, mientras se abría más aún de piernas.

Comencé a penetrarla con otro dedo, mientras le lubricaba con mi saliva el orificio, Andrés comenzó a acariciarle la concha con su mano.

-Nunca le pude comer el orto - le dije a Andrés a modo de explicación.

¿Aguantaría Marga, por el culo? Si lo hacía la íbamos a coger como nunca antes. Saque los dedos, que a esta altura eran tres y dirigí me pija endurecida hacia el agujero de su culo, al intentar meterle más de la cabeza, se quejó de dolor y sin sacarse la pija de la boca intentó cerrarme las piernas. Pero con la ayuda de Andrés se lo impedimos. Se sacó la pija de la boca y en un susurro nos dijo.

-Me duele, papi, duele, despacito, no pares, seguí, aaahhh! La quiero por el culo, si, pero despacito.

Mi pija siguió entrando lenta pero firme en su culito virgen, otra vez intentó sacarla pero nuevamente se lo impedimos con Andrés.

-Metésela ahora, yo la aguanto. - Me dijo él.

-AAYYY! Me duele, putos, ahhhh,

Yo me afirmé más y conseguí meterle la mitad, jugué un poco, despacio, mientras que con Andrés la acariciábamos y ella nos observaba, abierta de piernas. Le comenzamos a acariciar el clítoris, mientras que Andrés le metía la verga en la boca. Marga comenzó a moverse, con su cadera, deseosa a pesar del dolor de coger por el culo, su cara era un poema, entre el dolor y el placer, abría la boca y me miraba deseosa con la pija del otro macho en la boca, dejamos de lado a Andrés, que solo observaba mientras yo le rompía el culo a mi mujer.

-Toma, tomá, te voy a romper el culo, putita mía.

-Si, duele, pero no pares, quiero que me lo rompan hoy. Aaaaahhhhhh!!! - y se abría de piernas deseosa de gozar por el culo, la muy puta.

-¿Querés cogértela, Andrés? Tomá, te la dejo, ya lo tiene abierto. Mientras así la ofrecía, saque la pija del orto.


Marga quedó abierta de piernas, con el ojete rojo y dilatado, observó a Andrés que se perfilaba entre sus piernas y que luego de ensalivarse la pija, comenzó a puntearle el ojete. Casi como una repetición de mis actos previos, primero le puso la cabeza, que era más grande que la mía, a lo que Marga quiso resistir un poco, no la dejamos y mientras yo le abría las piernas, él comenzó a enterrársela despacio, mientras la miraba y la excitaba.

-Te lo voy a seguir rompiendo. Así, mirá.

-Dale guacho, hoy quiero verga, metela de una ves termina lo que este empezó, rómpanme el culo, ¡Siii!

Este se la enterró a fondo, Marga abría las piernas todo lo que podía, se aferraba con sus manos a las sábanas, mientras su ojete era nuevamente penetrado una y otra vez, estuvieron así un tiempo hasta que mi mujer se acostumbró a la verga en el ojete, estaba nuevamente emputecida y disfrutaba.

-Si, rompelo, si, me encanta por el culo! Si, cojeme!!

Andrés se la sacó del culo, se acostó en la cama y atrajo a mi mujer a que se subiera arriba de él, ella pasó una pierna por encima de su cuerpo, acomodó la verga de nuestro amigo con una de sus manos , se la metió en la concha y comenzó a cabalgarlo mientras que con su boca le chupaba la lengua. Yo me posicione atrás y me delicie con sus nalgas que subían y bajaban mientas garchaban los dos. Marga me miraba sabiendo lo que yo pretendía, comencé separando sus nalgas y tiré saliva sobre su ojete dilatado, Andrés le tomo la tomó de los glúteos para abrirle más las nalgas.

-¿Los dos, negro? ¿me van a coger los dos? No, negro, nunca lo hice.

-Siempre hay una primera ves amorcito. A las putas como vos hay que satisfacerlas bien!

No la dejamos continuar, Andrés la apretó contra su pecho lo que levantó su cola, le enterró más la verga y la beso en la boca con fuerza, yo a mi vez le punteé el ojete y le comencé a meter la pija suavemente pero con firmeza, no demoró mucho cuando ya la tenía casi toda adentro, tenía el culo tan dilatado por las cogidas anteriores que no me opuso casi resistencia.

-Son unos hijos de puta!!! Me están cogiendo como nunca lo hice!!! Duele, pero como duele!!! No la saques, aahhh!!! Que vergas!!!!

-Te voy a terminar de romper el culo, Yegua, dale Andrés, vamos a coger a esta puta hasta que no pida más verga.

Y comenzamos los dos a bombearla, mi mujer que al principio opuso algo de resistencia a la doble penetración estaba enloquecida, su culo y su concha estaban llenos, gemía y urraba de placer y se movía junto con nosotros, la teníamos echa un sanguiche entre los dos machos.

-Metela puto. me decía - querías por el culo? hay lo tenés, cojeme, cojeme!!

-¿Querés darle por el culo? - le pregunté a Andrés, lentamente le saqué la pija del orto, que a esta altura estaba bien dilatado y me separé de mi mujer, se la saque de arriba a Andrés y sin que este se levantara la di vueltas y se la senté encima, dándole la espalda a este, ella callada y extrañada, me dejaba hacer, tomo la pija de Andrés con su mano y se la iba a meter en la concha.

-No, mami, en la concha, no.

Ella me miró y no entendía nada, solo sonreía y nos dejaba hacer.

-Viejo, metésela en el culo.

-Si, sentate en la verga, nena, así! así!

Y Marga para hacerle honor al momento se sentó en la pija, que se comenzó a introducir en su orificio anal.
-Entró, ah, humm, no duele ahora, ahh. La estoy gozando putos -nos decía- papi, dejame gozar un poquito por la colita, Ahhh, después me la metes en la concha, siiiii.
Y dandose vueltas hacia Andrés lo incitaba.

-¿Te gusta mi culito? guacho, es virgencito, cogeme lindo, cogeme, hasta los huevos, bebe!! Si, que pija que tenés guacho. Y me miraba, mientras se pasaba la lengua por los labios.

-Viste como coge tu mujercita, papá y está disfrutando con otro macho, Ahhhh!! Si, si así

Y apoyando las manos en la cama a los lados de las piernas de Andrés medio se agachó a verse el culo como se tragaba la verga, mientras subía y bajaba sobre el macho.

-Que no se salga!! Seguí, seguí. Que me acabo, si, si!!

Yo asistía extasiado al frenesí de mi mujer, mientras me pajeaba despacio, medio me acerque a la cara de Marga y le pase la verga por la cara, esta me miró y mientras seguía garchando me dijo:

-¡Queres que te la mame? Esperá que acabe, si!, si! seguí Andrés, que me acabo.

-Aaaaahhhhhhgggg!! Que delicia, acabar por el culo, la primera ves, esto no se olvida, me hiciste gozar, guachito mío - le dijo a Andrés, sin salirse de la verga y mientras lo besaba en la boca.

-Te gusta verme gozar, dame esa pija ahora que te la chupa esta puta que tenés por mujer, negro!

Y se la enterró en la boca. Andrés la tenía tomada de las tetas y se las retorcía dolorosamente, cosa que en otras veces no dejaba que se lo hicieran, se la sacó de la boca y me dijo:

-Ahora la quiero también por la concha - y se tiró hacia atrás sobre Andrés abriendo la concha para que yo se la enterrara.

Marga se movía como loca, se quejaba, puteaba, se aferraba a mi cuerpo y se mordía a la ves con Andrés, mientras las dos pijas entraban y salían de su cuerpo. Por la posición, en una, a Andrés se le salió la verga del culo de mi mujer y sin que yo se la sacara de la concha, ella misma haciendo gala de un contorsionismo desconocido, se la metió de nuevo, hasta que no pudimos aguanta más y comenzamos a gozarle adentro, primero me acabé yo y terminé gozándole en la panza y las tetas, le refregué la pija en las tetas y la cara, mientras Andrés le llenaba el culo de leche, Marga al vernos acabar gozó por nuevamente en la doble penetración.

Se levantó de encima del cuerpo de Andrés y se fue al baño, el sudor brillaba en su cuerpo, la leche le corría por entre sus piernas, al fluir desde sus nalgas, sentimos luego el ruido de la lluvia que imaginábamos caer sobre su cuerpo ya que había dejado la puerta abierta. Andrés no daba muestras de estar satisfecho aún, su pene estaba duro y él se lo masajeaba suavemente, me miró como buscando una aprobación y yo le respondí alzando los hombros, dejaba todo en mi mujer, él se levantó y sin dejar de masturbarse se arrimó al baño, entró y le escuche preguntándole a mi mujer.

-¿Te enjabono la espalda?

Marga no le respondió y Andrés desapareció en el baño, sentí luego las risas de Marga y el ruido de la lluvia que caía sobre los dos cuerpos, las risas de mi mujer continuaban hasta que sólo termine oyendo el ruido del agua sobre el piso del baño.

-Apoyate acá, nena y abríte de piernas, eso.

-Por la cola, no que me duele.

-Lo que vos quieras preciosa...

-¿Y mi marido? ¿No viene?

-Si querés llamalo

-No, quiero coger contigo… haceme vos lo que quieras, si, ahhh, despacito, si, si... el quiere una puta de mujer hoy... cogeme...

No me aguante más y en lugar de imaginarme lo que sucedía me arrime hacia la puerta, Marga estaba de piernas abiertas, apoyada en el bidé, sus tetas se balanceaban al bombeo de Andrés que parado atrás de ella la cogía nuevamente sin asco, ninguno de los dos se percató de mi presencia, tan ensimismado estaban en la garchada, yo asistía a mi mujer cogiendo, admirado de verla así, sus caderas golpeando una y otra ves contra las piernas de otro hombre, su cola estaba tan levantada que veía su vagina sorbiendo aquella pija una y otra vez.

En un momento, ella sintió mi presencia, giró su cabeza y me miró, sus ojos se perdían entrecerrados, sus jadeos llevaban el ritmo que el macho le imponía. Me miró de nuevo y ahora fue consciente de mi presencia.

-Negro, mirá a tu mujercita, como se la garchan!

-Te gusta verla así, tu mujer es un putón! -me decía Andrés aferrado a sus caderas-
-Me gozo, acabo, toma! Toma la leche!! Y Andrés a la vez que se arqueaba por fuerza del orgasmo le llenaba la concha de leche, Marga al sentirla apuró sus movimientos y afirmandose en el bidé, levantaba más la cola para recibir bien adentro la acabada mientras exteriorizaba su orgasmo.

-Sí, siiiii!, acabame toda!!! Que verga tenés Andres!!!!

Andrés se dejó caer en el water, su cara y su cuerpo estaban empapados, no sé si del sudor o del baño previo. Marga no se soltaba del bidé con una de sus manos ya que la otra la tenía sobre la vagina, se giró y se sentó al final sobre el bidé. Poco después yo comenzaba a ducharla.

La noche llegaba a su fin, volvíamos en el auto a casa, Marga sentada a mi lado no expresaba lo que seguramente bullía en su interior, Y yo no quería molestarla con mis preguntas.

-Andrés se llevó mi cola-less- Sus palabras me llegaron como en un susurro, la miré y continuo:

-Me imagino que como trofeo de guerra, jaja, cuando la fui a buscar a la cama, mientras vos te bañaba no la encontré y él ya estaba en la puerta, me mira y dice: ¿buscas esto? Me las llevo, una mina como vos merece ser recordada” me tiró un beso y yo lo quedé mirando, allí, parada y desnuda.

-¿No te gustó?

-¿Lo qué? ¿qué se las llevara o por la noche que me distes?

-Las dos cosas.

-Con lo de Andrés me sentí homenajeada por que se las llevara, te imaginas un tipo que quizá no lo vea más, que me hizo de todo y se lleva mis calzones como souvenir. Es para sentirse halagada!

-¿Y la noche?

-¡Me hicieron gozar como loca! Ni cuando hemos pasado con aquellos goce tanto, Papi, me encantó, el tener dos hombres para mi sola, no tenerlos que compartir con otra, jaja, cuando Leonor se entere, jaja.

-¿Se lo vas a decir?

-Claro. ¡Sabes la cara que va a poner! Además estabas vos al lado mío y lo disfrutaste, no lo niegues, es medio morboso, ¿no? Que te esté cogiendo un tipo que nunca vistes, que tu marido este al lado tuyo, mirándote, no se... es algo nuevo, pero lo más raro es que lo disfruté, todo y ¿sabes? Lo quiero hacer de nuevo.

-¡En serio?! ¿Con Andrés?

-Con cualquiera, no me importa, me gustó, me sentí... la reina de la noche! Me llenaron de leche, me rompieron el culo, por que vos empezaste y el otro terminó, ¿te sacaste las ganas de comerme el culito? - Y al decir esto me besaba- me dolió al principio pero me gusta también por ahí.

-Así que te gustó.

-Te duele, sobre todo la primera vez, pero es un goce distinto, ahora te lo doy cuando quieras, ya no te queda nada por usar – y al decir esto se reía.

Se me acercó mimosa, todavía tenía olor a hombre y se lo dije.

-Cuando lleguemos si te molesta me baño de nuevo.

-Por mí, no, me gusta el perfume que tenés.

-Jaja, ahora el día que llegue jediendo a macho, no te calientes.

-¿Es una promesa o una amenaza? Y al decir esto la miraba de costado, ella se acomodó en el asiento y al hacer esto el vestido abrió uno de sus tajos y se le veía parte de la vagina.

-Vos me metiste en esto, jaja, ahora a esta... – y se acariciaba la conchita depilada – ahora a ella hay que darle de comer, le empezó a gustar, sabés, sobre todo el variar de menú, pobrecita, mirá como está – y abriendo las piernas abría los labios de la vagina y continúo:

-Papi, me emputeciste, me di cuenta que me gusta coger, me transforme en una puta ¿Me vas a dejar?

La mire, sus ojos brillaban a la ves que el auto se llenó con su perfume de hembra dichosa y satisfecha. Se acomodó de nuevo en el auto y me abrazaba.

-¿Te gusta verme feliz? Negrito mío, vos sabés que yo hago todo lo que vos quieras, a partir de hoy salgo con quien vos lo digas, ¿pero ¿me dejarias salir solita?

Y esa pregunta quedó en el aire, habíamos llegado a nuestra casa y mal comprendíamos que una vida completamente diferente en la pareja comenzaba a perfilarse.

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