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martes, 27 de julio de 2010

2a entrega de como entramos en el swinger

II
CUERPOS EN LA NOCHE.

Pasaron los días, otras veces nos encontramos con Denis y Leonor, pero sin que nada fuera de lo común sucediera, la experiencia grupal que tanto nos hizo disfrutar semanas atrás no entraba en nuestras conversaciones, no es que fuera un tema tabú, pero por lo que podíamos llamar "un acuerdo tácito" no lo tocábamos.

Esa noche, nos reunimos, parecía una noche como tantas, pero...

No sé quien tuvo la idea, estábamos en el comedor de nuestros amigos, como siempre jugando a las barajas, algún vino, una que otra broma y la noche que avanzaba lenta pero juguetona.
Desde la sala y casi un rumor, llegaba la música para un fondo de distracción, esa que no prestas atención, pero que la sentís en la piel, cuando nos dimos cuenta bailábamos los cuatro en la penumbra de la sala, dejando curtir el tiempo, disfrutando esa soledad que caía en cada pareja, la música nos fue llevando, bocas que se unen, las manos comienzan a recorrer la piel, estábamos los cuatro en el centro de la sala, giros lentos, sonrisas que no se ven pero se adivinan, un brazo que lentamente rodea a la otra pareja, cuerpos que en la danza se mimetizan, movimientos cada vez más cadenciosos, caricias que se entrecruzan sin preguntar quién es quién.

Los cuatro a esa altura, éramos uno solo, el calor que irradiaban nuestros cuerpos fue dejando la piel cada vez más a la vista, caricias piel a piel, un pecho que se asoma, a una boca que lo besa golosa, que se refriega en un pecho masculino, ropas que van amontonándose a un costado, conscientes de su ineficacia en cubrir lo que no se quiere cubrir.

Nuestras pieles a esta altura eran roces que nos transmitían una electricidad que nos irradiaba más calor. No se precisaban palabras concretas ya que los cuerpos hablaban en su propio idioma. Y nadie callaba.

Las caricias mutuas en aquella semi penumbra querendona nos fueron llevando, ya no existían divisorias entre nosotros cuatro. Manos que recorren la piel en la búsqueda del sexo, que se detienen el y lo acaricia, gemidos que delatan deseos, pechos turgentes, pezones duros, vergas que se topan con piel y que no son rechazadas, caderas que se movían a un ritmo de música que no es la que irradiaba el equipo de audio.

Un cuerpo se desliza hacia el suelo, una boca ávida recorre un sexo femenino que se abre palpitante al deseo de ser acariciado. Una boca femenina que arroba entre sus labios un pene duro y palpitante.

Cuando di en mí estaba arrodillado con la cabeza entre las piernas de Leonor que se me abría deseosa, chupándole la concha, introduciéndole la lengua, me aferraba como un poseído a sus nalgas, se la chupaba y a la vez le metía los dedos en su cajeta abierta, sentía su mano en mi nuca obligando a meterme más entre sus piernas hermosas.

Denis estaba tirado en uno de los sillones, arrodillada sobre el sillón, entre sus piernas, Marga que se llenaba la boca con su verga, mi amigo le sujetaba la cabeza con las manos a mi esposa que se veía encantada de mamarle la pija, yo era consciente de lo experta que era mi esposa en esas lides y en cierto modo envidiaba a Denis que no abría los ojos del placer que sentía.

Con Leonor nos fuimos al otro sofá, ella me hizo sentar y comenzó a mamármela en retribución a la que yo le había hecho. Tampoco dejaba nada que desear, su cabeza subí y bajaba, me pasaba la lengua por el glande, se la tragaba, la sacaba de la boca haciendo que yo sufriera de locura, me miraba, se reía y se la metía de nuevo absorbiéndola con sus labios carnudos, yo le acariciaba las tetas, le agarraba la cabeza y se la hacía tragar más y más, Ambas se demostraban como unas buenas putas en la mamada.

Miro hacia donde estaban mi mujer y Denis y esta se arrodillaba ofreciéndose para que mi amigo se la cogiera por atrás, me mira en ese instante y en sus ojos pude ver la satisfacción al sentirse cogida por otro hombre y que yo la estuviera observando.
Denis la comienza a penetrar y mi mujer a la vez empuja hacia atrás facilitando la penetración, su cabeza se había colocado cerca mío, le acaricie la cara y mientras Leonor seguía chupándome, bese a mi mujer en los labios metiéndole la lengua hasta la garganta.

Leonor, ahíta de mamarla, se sentó en mi falda dándome la espalda, acomodó mi verga entre sus labios vaginales y se la fue metiendo de a poco, primero despacio y luego comenzó a cabalgar como loca, afirmando sus manos en mis piernas, elevaba sus caderas y se dejaba caer sobre la pija enterrándosela casi de golpe, una y otra vez yo tenía sus tetas en mis manos y se las apretaba y la empujaba a su ritmo, arriba y abajo, arriba y abajo, sentía su concha cerrarse en mi verga y cuando la sacaba me la succionaba como una ventosa, la tipa sabía coger y le gustaba además.

Recorrí su espalda y su nuca con mi lengua, mientras Marga se daba vueltas y se montaba golosa en la verga de Denis, con una mano apuntaba el miembro hacia su concha que se abría y se la enterraba toda.

La sala se llenó de olor a sexo, sólo se escuchaban jadeos y el ruido de los cuerpos al rozarse, ese olor a Denis y a mí nos estaba volviendo locos, tanto por las hembras que nos estábamos cogiendo como por ver a nuestras mujeres ser cogidas por otro tipo, ellas estaban como locas y no se quedaban atrás con el dar y recibir placer.
En instantes previos al goce, Leonor le dice a mi mujer:

-¡Que Puta! ¡Como la gozas!!

-Callate putón, y vos te estás cogiendo a mi marido - le respondió Marga.

-Y vos con el mío!!

-¡¡Que par de putas somos!!

Acabamos como locos, aferrados a aquellas dos gatas, dejamos las vergas adentro en cuento acabábamos y era una delicia verles correr la leche por la concha a ambas mujeres. Cuando Leonor se levantó, Marga se me acercó, colocó un píe sobre el sofá, se abrió la vagina con una mano y la otra la pasó por entre los labios, la llevó a la boca y mientras la pasaba por sus labios con una cara que no le conocí me dijo:

-¿Te gustó verme coger, Papi?

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