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miércoles, 21 de julio de 2010

... de como empezamos en el swingers....

I

EL COMIENZO

Para comienzo de esta historia, les cuento que somos dos parejas en el entorno de los 40, nuestros amigos, Denis y Leonor, y nosotros dos: Marga, mi esposa y yo Milton, quien les escribe. Somos amigos de muchos años, de compartir muchas cosas a lo largo de nuestra vida, nada era un secreto para cualquiera nosotros.

Nos reuniamos por lo menos una vez a la semana. A jugar a las cartas, a charlar, o sólo a tomar una copa, disfrutando de los momentos de pareja a pareja. Esta relación llevó que a lo largo del tiempo compartiéramos las experiencias de cada uno. Con hilaridad la mayoría de las veces, sin mambos raros. Es que sentíamos la necesidad de transmitirnos la sinceridad con que disfrutábamos sexualmente, la libertad con que lo encarábamos y ello hacía que no hubiera límites a lo que podía suceder en la intimidad que nos brindaban nuestros dormitorios.

Por ello no era extraño que sonara el teléfono en la noche y que se compartiera lo que se estaba disfrutando a la distancia, jadeos, palabras, caricias, incluso nos transmitíamos por el teléfono la alegría de un orgasmo.

Y así se dio lo que Denis y yo más soñábamos, pero temíamos exteriorizar. Pero no fuimos nosotros, nuestras esposas, Marga y Leonor, comenzaron conversando de sus cosas poco a poco, los hombres no sabíamos lo que estaban "cocinando" hasta que una noche nos dieron la sorpresa.

Todo hacía prever que la próxima vez que nos reuniéramos, sería una más para jugar a las cartas, un vino y el picadillo para acompañar la velada. Nosotros estábamos prontos para el circo que se estaba armando y no lo sabíamos, casi nos transformamos en los payasos de la pista. Aunque como se sucedieron las cosas fuimos los que más nos divertimos cuando se armó la "carpa".

La noche de esta historia, en casa, me llamó la atención que mi mujer demorará un poco más de la cuenta en aprontarse. Cuando al final, Marga comenzó a bajar la escalera desde nuestro dormitorio, yo que la esperaba abajo, pronto para salir, quedé de boca abierta y no era para menos; minifalda negra ajustadísima, blusa escotada, medias negras y sandalias de taco alto, un suave maquillaje, además me llegaba el perfume que ella sabía que me encantaba por la excitación que me producía… yo no entendía nada!

-¿Vamos viejo? ¿O te vas a quedar toda la noche mirándome? Mirá que aquellos están esperándonos...

Y sonreía en cuanto hablaba, salimos los dos rumbo a la noche, yo continuaba extrañado por el cambio, en el fondo me gustaba que se vistiera así, provocativa, ya que me halagaba que se exhibiera en su hermosura, esa mini bien cortita, sus nalgas levantadas por los tacos altos ¡guau!

Pero lo mejor estaba por venir y yo no lo esperaba. Cuando llegamos a la casa de nuestros amigos, Denis se extrañó por la figura de mi mujer, pero mayor sorpresa llevaría yo al ver a Leonor, su mujer, en un pantalón blanco apretadito, que dejaba adivinar la tanga que llevaba debajo, una blusa ajustada que hacía resaltar sus pechos, zapatos de tacos altos y un perfume que mataba.

¡Qué estaba pasando con nuestras mujeres¡ Nos miramos con nuestro amigo con cara de "yo no fui".

- Los gurises ya se durmieron- le decía una de las diosas a la otra y se miraron con esa luz de complicidad que tienen las mujeres y que los hombres no llegamos a comprender algunas veces.

Se armó la mesa de juego, apareció el vino, se armó la baraja y nos preparamos a pasar una velada en una noche que ya no se asemejaba a las otras. Al comienzo no hubo nada que presagiara las diferencias, las consabidas disputas en el juego, bromas entre parejas, algunas simples y otras de más subido tono, como de costumbre. Marga que no recuerdo con que excusa se levanta y en una forma que al principio me pareció inocente, me roza provocativa con su cadera, no me resistí y pase mi mano por su pierna, la subí por su muslo y allí encontré la tanga que usaba y que dividía sus nalgas.

- Mi amor! Que cosita más rica que encontré!

- Afloja che! - fue la respuesta y siguió - aguántate que el dulce es para después!

Pero mientras me respondía, se subía la mini mostrando descarada el triángulo transparente que cubría su pubis depilado.

-Se mira y no se toca!!

A esta altura yo ya estaba a todo vapor, la desfachatez de nuestras mujeres nos excitaba, las bromas y las indirectas subían de tono, Denis miraba y reía disfrutando de lo que veía en cuanto con una de sus manos acariciaba un seno a su mujer que no ofrecía reparos. Ese fue el comienzo.

Terminamos la partida, el vino había soltado más las lenguas y las manos, lo que subía la presión erótica de la noche. Leonor comentó que necesitaba subir a su dormitorio "por cosas de mujeres" e invitó a la mía a acompañarla. Nos aprontamos a quedamos solos abajo con Denis, nos servimos un poco más de licor mientras mirábamos a nuestras mujeres subir la escalera mientras nos obsequiaban con las lunas de aquellas nalgas, una bajo la mini y la otra con la estrechez de su pantalón.

A poco comenzamos a sentir las risas desde el dormitorio, así estuvimos un tiempo hasta que nos llegó el llamado:

-Porqué no suben y nos hacen compañía, estamos solitas...?

Con Denis, nos miramos y comenzamos a subir la escalera, como gurises que están en castigo por algo que no hicieron, la puerta del cuarto estaba semi-cerrada y el cuarto en semi penumbra, una luz desde el suelo brindaba un raro color a la habitación y al entrar descubrimos que la veladora estaba cubierta por un velo rosado que daba un tonalidad de lujuria al entorno.

En el cuarto, el lecho ocupaba un lugar de preferencia, yo conocía la habitación por haberla visitado en otras ocasiones, pero lo irreal estaba sobre la cama. En ella las diosas nos esperaban recostadas lánguidamente sobre una sábana de raso, sólo cubiertas por las tangas minúsculas que por supuesto no alcanzaban a escondernos los secretos de lo que hasta ese momento éramos los únicos propietarios.

-Se van a quedar toda la noche mirándonos?

-Vengan, los estamos esperando, agregó Leonor.

Que puedo comentar del resultado que obtuvo en nosotros lo que teníamos a la vista. Rápidamente nos despojamos de nuestra ropa y nos arrojamos a aquellos brazos que nos esperaban abiertos, los besos , las caricias comenzaron a producir un efecto instantáneo en los cuatro.

Nos lanzamos al disfrute del sexo de una manera que nunca habíamos experimentado, Ver a nuestros amigos entregados a la pasión a nuestro lado, a la vez de sabernos observados mientras nos amábamos, acrecentaba el deseo que la noche nos había entregado.

Mientras mi boca besaba en todo su cuerpo a mi mujer, mi mano exploraba sus piernas, sus nalgas hasta que se acunó en su gruta súper mojada y palpitante por la calentura que la dominaba. Abrí los labios de su concha, acaricié su clítoris e introduje mis dedos en su vagina mientras que ella se arqueaba y me pedía más y más, baje con mi lengua por su cuerpo, mame en sus senos, apresé uno a uno sus pezones con mi boca sorbiendo cada centímetro de su piel hasta que sus manos empujaron mi cabeza hasta su entrepierna, donde su cajeta abierta esperaba a que la lamiera con mi deseo cada vez más loco.

A la vez que sorbía sus jugos vaginales mis ojos no perdían nada de los que ocurría a mi lado, Leonor se llenaba la boca de verga, su cabeza subía y bajaba en un ritmo delicioso, saboreaba la cabeza de la pija de Denis, le pasaba la lengua por el costado, le chupaba los huevos uno a uno, se le enterraba en su boca poco a poco hasta que desapareció entre sus labios.

Por la posición en que estaba Leonor, sus nalgas se me mostraban en toda su hermosura, en su sube y baja bucal, sus glúteos acompañaban el movimiento y su cajeta rosada se insinuaba entre sus muslos entreabiertos, verla de soslayo y comenzar a pasarle la mano por la cotorra fue todo uno, su concha se abría jugosa al toqueteo de mis dedos, Marga lo percibió, sus ojos que se reían al juntarse a su amiga en la mamada a Denis y comenzaron las dos a jugar con el miembro de mi amigo que a esta altura no sabía quién era la que lo satisfacía.

Luego de este juego de abertura bucal, ambas parejas modificamos nuestras posiciones, Leonor comenzó a ser penetrada, arrodillada, era cogida por su marido que la tenía tomada por las caderas y le mandaba verga en la concha jugosa, las tetas de Leonor se balanceaban a cada arremetida y ella se ofrecía gustosa a esa forma de coger, incitándolo a que se la metiera más.

-Cojee!, cogéme!! dámela, ¡si! Dame - y sus nalgas golpeaban contra las piernas de Denis.

Marga se me abrió de piernas, me ofrecía su concha a lo que no me hice rogar, le refregué la pija dura en la concha, se la pase por entre los labios vaginales y le presionaba con mi cabeza en el clítoris, lo que sabía que la enardecía, sus piernas se cerraron a la altura de mis riñones, su boca me buscaban para besarme y me mordía mientras jadeaba, la penetré, suave al comienzo, pero arrastrado por la visión de Denis y Leonor cogiendo a nuestro lado, comencé a moverme con mayor ímpetu en lo que fui acompañado por mi mujer también desesperada por la cogida compartida.

El cuarto se llenó de jadeos, del flop-flop de dos conchas siendo garchadas .

Cuando sentí que estaba por acabar le saqué la verga, la tome por la cabeza y atrayéndola , se la metí en la boca para acabarle en los labios, Marga se prendió a la verga, para hacerme acabar y cuando sintió los espasmos que preceden al orgasmo, se la saco de la boca y se dirigió la pija a su pecho y se derramó la acabada en la cara y entre los pechos, no satisfecha con ello, luego de hacerme gozar, se pasaba la mano por la cara y se llevaba los dedos llenos de leche a la boca para saborear mi leche.

Casi al mismo tiempo, Denis acababa a los berridos, derramando su leche sobre la espalda de Leonor que en el frenesí del polvo se movía como si la tuviera adentro todavía.

Marga se refregaba la leche por el cuerpo y me miraba con cara de puta, en ese momento las dos diosas se acercaron y sintiendo toda la magia que nos rodaba comenzaron a reírse con un goce único del apetito sexual satisfecho.

-¿Les gustó la fiestita? Dijo una de ellas y seguían sonriendo mientras se dirigían a la puerta.

-Si les quedaron ganas, háganse una pajita!

Y se fueron al baño a las risas. Con Denis nos estiramos laxos en la cama, era la primera vez que lo hacíamos juntos y nos regalamos con ese cansancio calmo que queda en el cuerpo luego de una batalla de aquellas, no ganamos la guerra, pero nos quedaban ganas de ver como se jugaría el segundo tiempo.

La vuelta a casa se hizo entre silencios y palabras que no necesitaban ser expresadas. Entramos a casa, cerré la puerta de calle y nos dirigimos al dormitorio.

Al subir tras de mi esposa, no resistí la tentación, ver aquella minifalda delante de mis ojos y pasarle la mano por las nalgas fue todo uno.

-¡No tenés la tanga! Putita! exclamé al sentirla desnuda bajo la falda.

Ella medio se paró en la escalera, un pie en un escalón y otro en el de abajo, yo con mi mano en su cajeta la cutucaba despacio, ahí percibí que tampoco llevaba soutien y su pezones se destacaban duros contra la blusa calada.

Mientras llegamos al lecho no dejamos de acariciarnos, una de sus manos aferraba mi pija con ganas y me arrastró arriba de ella . Estaba de nuevo echa una puta!

-Negra, ¿que tenés hoy?

-Cojeme de nuevo, papá, ¡cojeme!

Sin sacarme la ropa nos entreveramos en la cama nuevamente sus tetas en mi cara y la mini como un cinturón sobre sus caderas, la blusa era un collar en su cuello,. Le saqué la verga, la hice girar de espaldas a mi, se arrodillo en la cama y tener su orto a mi frente me enloqueció, le abrí las nalgas le lengüeteé el orto y la concha, tome mi pija con una mano y le punteé la cajeta (hasta ahora no nunca la puede coger por el culo) y se la enterré de nuevo, bombeaba como loco y así, esa noche cogimos hasta que no pudimos más, no sé cómo nos dormimos, cansados de placer, sólo sé que nos despertamos a la mañana, desnudos y ahítos de sexo y placer.

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